A ver, la movida empezó en un cuchitril de Bilbao, después de años dedicados al interiorismo y una idea fija: "Aquí hay negocio". ¿El qué? Pues ni más ni menos que arreglar el panorama inmobiliario. Porque seamos sinceros, hay cada zulo que da más pena que pegarle a un padre. Fotos hechas con el móvil, descripciones que te duermen, y el piso ahí, acumulando polvo y telarañas. Un desastre.

Nosotros, en Render Unity, dijimos "¡BASTA!". Cogimos el toro por los cuernos, o mejor dicho, el render por los píxeles. Empezamos a darle caña al 3D, a crear infografías y vídeos que hacían llorar de emoción (o casi). Transformábamos auténticos engendros en pisos que parecían sacados del Architectural Digest. ¡Magia potagia, cojones!

¿Y qué pasó? Pues que la peña empezó a flipar. Los inmuebles que antes no se vendían ni a tiros, empezaron a volar. Los clientes, con los ojos como platos, decían "¡Joder, esto no parece el mismo piso!". Y los agentes inmobiliarios, que al principio nos miraban con cara de "¿estos quiénes son?", empezaron a llamarnos como locos. "¡Render Unity, salvadme este puto marrón!".

Ahí nos dimos cuenta de que la cosa iba en serio. De que estábamos tocando la fibra sensible. De que no solo estábamos arreglando pisos, estábamos arreglando vidas (bueno, igual me estoy flipando un poco, pero casi). Así que nos pusimos las pilas, diseñamos una marca como Dios manda, y nos convertimos en lo que somos hoy: los amos del render inmobiliario. 

Así que ya sabes, si tienes un inmueble que te da más problemas que soluciones, deja de comerte la cabeza. Llámanos a Render Unity. Nosotros nos encargamos de que vendas hasta las piedras.